Se trata de una obra maestra de la literatura de crecimiento personal, "El Poder frente a la fuerza: Los determinantes ocultos del comportamiento humano" de David Hawkins. Este libro te invita a explorar la naturaleza del poder humano y cómo este se relaciona con la fuerza. Hawkins propone que el poder es una manifestación de la libertad y la alegría, mientras que la fuerza es producto del miedo y la limitación.
A través de su innovadora escala de conciencia, el autor te guía para identificar y superar los obstáculos que te impiden alcanzar tu máximo potencial. En el segundo segmento del libro, Hawkins se adentra en la psicología y la espiritualidad, explicando cómo nuestras emociones y creencias pueden influir en nuestra capacidad para ejercer el poder.
Te enseña a reconocer los patrones de pensamiento negativos y a reemplazarlos con afirmaciones positivas, lo que te permitirá vivir una vida más plena y satisfactoria. Este libro es una herramienta esencial para aquellos que buscan entender la dinámica del poder y la fuerza en su vida y cómo utilizarla para su crecimiento personal.
Un concepto crucial que he encontrado en mis lecturas es la noción de la dualidad del poder y la fuerza. La idea central es que el poder y la fuerza, aunque a menudo se usan indistintamente, son dos entidades distintas con efectos diferentes en nuestras vidas.
El poder se describe como algo que surge de dentro, una manifestación de nuestra integridad y alineación con nuestros valores y creencias. El poder es auténtico, duradero y genera un impacto positivo en nosotros y en los demás. Por otro lado, la fuerza se ve como algo externo, que se impone sobre nosotros o que ejercemos sobre los demás. Aunque puede producir resultados inmediatos, estos suelen ser temporales y pueden tener efectos negativos a largo plazo.
Cuando me enfrento a un desafío, intento recordar esta distinción. Por ejemplo, si estoy tratando de persuadir a alguien para que vea las cosas desde mi punto de vista, me pregunto: ¿Estoy tratando de imponer mi opinión (usando la fuerza) o estoy presentando mis argumentos de una manera que se alinea con mis propios valores y respeta los del otro (usando el poder)? Esta reflexión me ayuda a elegir el poder sobre la fuerza, lo que a su vez me permite actuar de una manera que es auténtica y respetuosa, y que es más probable que tenga un impacto duradero.
Al final, la dualidad del poder y la fuerza nos enseña que el verdadero cambio y crecimiento personal provienen del poder interior, no de la fuerza externa.
Un concepto fascinante que he explorado en mis lecturas es el de la Escala de Conciencia, una herramienta revolucionaria para comprender la evolución humana. Esta escala se divide en varios niveles, desde la vergüenza hasta la iluminación, cada uno con su propia vibración y energía. Esencialmente, mapea nuestras emociones y estados de ser, permitiéndonos identificar en qué nivel nos encontramos y cómo podemos ascender a niveles superiores de conciencia.
Por ejemplo, si me encuentro constantemente enojado, según la Escala de Conciencia, estaría en un nivel más bajo. Reconocer esto puede ser el primer paso para realizar cambios positivos. Al identificar mis emociones y su posición en la escala, puedo tomar medidas conscientes para elevar mi estado de conciencia. Esto podría implicar practicar el perdón, la gratitud o la meditación para liberar el enojo y moverme hacia niveles más altos de aceptación y amor.
En mi vida personal, he utilizado la Escala de Conciencia para superar desafíos emocionales. Hubo un punto en el que me sentía atrapado en un ciclo de miedo y ansiedad, y me di cuenta de que estaba vibrando en un nivel más bajo en la escala. Utilicé esta comprensión para cambiar mi enfoque y elevar mi nivel de conciencia, lo que resultó en una mayor paz y felicidad en mi vida. En última instancia, la Escala de Conciencia puede ser una herramienta poderosa para el autodescubrimiento y el crecimiento personal.
La kinesiología es una herramienta que nos permite discernir la verdad de la falsedad, utilizando la respuesta del cuerpo a la energía de las declaraciones o situaciones. En lugar de confiar únicamente en la mente lógica o las emociones, podemos recurrir a la sabiduría del cuerpo para obtener una perspectiva más completa y precisa.
Por ejemplo, si estoy enfrentando una decisión importante y me siento dividido, puedo usar la kinesiología para ayudarme a aclarar mi camino. Primero, formularía una afirmación para cada una de las opciones, asegurándome de que estén en términos positivos y presentes. Luego, probaría cada afirmación con un test muscular, notando la fuerza o debilidad de mi respuesta.
Sin embargo, es importante recordar que la kinesiología no está destinada a ser un sustituto de la lógica o la intuición, sino que debe usarse en combinación con estas herramientas para tomar decisiones más equilibradas y sabias.
Por ejemplo, si al usar la kinesiología descubro que mi cuerpo responde con fuerza a la idea de abandonar mi trabajo para perseguir un sueño de larga data, no renunciaría inmediatamente. En su lugar, utilizaría esta información para explorar esta opción con más profundidad, considerando otros factores como mis responsabilidades financieras y el apoyo disponible. Por lo tanto, la kinesiología me ayuda a discernir la verdad en un nivel más profundo, permitiéndome tomar decisiones más alineadas con mi ser auténtico.
Como un ávido lector de libros de crecimiento personal, he encontrado que el concepto de identificar los niveles de energía en la vida diaria puede ser una herramienta poderosa para la auto-reflexión y el crecimiento personal. La idea central es que nuestros pensamientos, emociones y acciones se encuentran en diferentes niveles de energía, y reconocer esto puede ayudarnos a comprender mejor nuestras reacciones y comportamientos.
Por ejemplo, me dí cuenta de que mis niveles de energía eran bajos en mi trabajo. Sentía apatía, frustración y a veces incluso miedo, lo que me indicaba que estaba operando en un nivel de energía más bajo. Tomando conciencia de esto, pude tomar medidas para cambiar la situación. Comencé a buscar formas de aumentar mis niveles de energía, como realizar actividades físicas que disfruto, dedicar más tiempo a la meditación, y buscar formas de hacer que mi trabajo sea más atractivo y gratificante.
El reconocimiento de estos niveles de energía puede actuar como una brújula interna, guiándote hacia lo que te eleva y alejándote de lo que te baja. Por ejemplo, noté que mi energía aumentaba cuando pasaba tiempo en la naturaleza, leía libros de autoayuda e interactuaba con personas positivas. Estos descubrimientos me permitieron tomar decisiones más conscientes sobre cómo pasar mi tiempo. Al hacerlo, pude aumentar mis niveles de energía, mejorar mi estado de ánimo y en general, sentirme más satisfecho con mi vida.
El camino hacia la evolución espiritual, tal como lo describe Hawkins, comienza con la comprensión de que todos nuestros pensamientos, emociones y acciones son energía y que esta energía tiene un impacto en el mundo a nuestro alrededor. Convertirnos en conscientes de esta realidad nos permite empezar a tomar decisiones más informadas sobre cómo queremos interactuar con el mundo y con nosotros mismos. Por ejemplo, si nos encontramos lidiando con la ira o la frustración, en lugar de permitir que estas emociones nos controlen, podemos elegir conscientemente liberarlas y reemplazarlas con energías más positivas.
En la práctica, este proceso puede tomar muchas formas. Podríamos, por ejemplo, decidir practicar la meditación con el objetivo de calmar nuestra mente y liberar emociones negativas. También podríamos elegir participar en actividades que sabemos que nos proporcionan un sentido de paz y alegría, como leer un buen libro o pasar tiempo en la naturaleza. A lo largo de este proceso, es importante recordar que la evolución espiritual no es algo que sucede de la noche a la mañana. Es un viaje que requiere tiempo, paciencia y compromiso.
En mi vida personal, he encontrado que esta comprensión me ha permitido abordar situaciones difíciles con una mayor sensación de calma y equilibrio. Por ejemplo, cuando mi jefe me pidió que tomara un proyecto adicional en el trabajo, inicialmente sentí una oleada de estrés y ansiedad. Sin embargo, en lugar de permitir que estos sentimientos me abrumaran, recordé que tenía el poder de elegir cómo responder. En lugar de reaccionar desde un lugar de miedo, opté por abordar la situación desde un lugar de confianza y calma, y me comprometí a hacer lo mejor que pudiera con los recursos disponibles. Este enfoque no sólo me ayudó a manejar la situación de manera más efectiva, sino que también me permitió mantener mi paz y equilibrio interior a pesar de las circunstancias difíciles.